PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DE CHIQUINQUIRÁ Y SAN LAUREANO DEL REAL DE MINAS DE BUCARAMANGA.
La parroquia que reemplazó al pueblo de Bucaramanga tenía como patronos a Nuestra Señora de Chiquinquirá y a San Laureano. Para consolidarla no se presentaron inconvenientes, pues lo facilitó el tener párroco y capilla: para la función religiosa
sirvió el cura doctrinero del pueblo extinguido, y bastó para la feligresía el derruido templo. Un auto del Virrey confirmó lo actuado por el visitador Moreno y Escandón, y una decisión del provisor general del Arzobispado, licenciado Josef Carrión y Marfil, del 6 de febrero de 1781, dio linderos al territorio del nuevo curato: "Por la parte de abajo (occidente) hasta la quebrada de Chimitá, y por la parte de arriba (oriente) Camino del Reino, la vega entera del Río Frío; por la cingle y ceja de la ladera hasta la Quebrada de Cuellar; y de allí arriba por su antiguo deslinde de la Quebrada de Zapamanga; a cuyo señalamiento de lindero fijo se arreglará dicho cura de Bucaramanga".
Los remates de las tierras del resguardo de Bucaramanga sólo terminaron en el año 1795. El 8 de mayo los aprobaron, y en esa misma fecha expidieron los títulos de propiedad en Santafé; cuarenta días después informaron a los rematadores.
Estos fueron los fundadores de la parroquia de Bucaramanga y queda memoria de algunos de sus nombres: José Contreras, Jerónimo de Osma, Fernando Hidalgo, Agustín González de Carrizosa, Tomás Ortiz,
Javier Pérez, Javier García, Agustín Rey, Lorenzo Puyana, Gregorio Puyana, Juan Trillos, Cristóbal Vasquez, Francisco Coronel,
Juan José Pérez, Francisco Esparza, Isabel Díaz, Antonio Niño, Ignacio Rey, Francisco Acevedo, Francisco de Osma, Rubira (sic), Pedro de Osma, Cristóbal de Osma, Paula Rodríguez, Salvador Benítez, Antonio Navas y Heriberto Solís. Su primera obra consistió en levantar un puente sobre el Río Suratá, para reabrir el tráfico por el camino de Botijas. Dos años después, en 1780, ya no llegaron a Maracaibo más envíos de San Gil, El Socorro y Girón; en adelante, para salir al mar utilizarían con preferencia los ríos Lebrija y Grande de la Magdalena.